Aprendizaje gremial

El mismo hombre declarado por el Colegio Médico Dominicano (CMD) como persona no grata, del cual incluso se quemó una efigie el pasado 4 de octubre, y fue convertido en el objeto principal de las críticas, es el mismo que el pasado jueves anunció, junto con Wilson Roa, nuevo presidente de ese gremio, los acuerdos alcanzados con las autoridades de Salud Pública para agregar a los médicos que quedaron excluidos del ajuste salarial del 15 de agosto.

Con Nelson Rodríguez Monegro, el director del Servicio Nacional de Salud (SNS), el CMD acordó constituir una mesa de trabajo, con reuniones “prácticamente cada 15 días”, para tratar todos los asuntos relativos al desempeño de los médicos y los conflictos que pudieran suscitarse.

El acuerdo entre los médicos y el gobierno es un ejemplo y una lección. Permite confirmar aquel paradigma de la acción política de que “hay que luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse”.

Era más que evidente que la falta de sentido común condujo la lucha de los médicos a la sinrazón, pese a que defendían sus derechos. Asumiéndose en una posición de fuerza, convirtieron los paros en norma, abusaron del método y saltaron los límites.

Es decir, dañaron sus propósitos y las posibilidades de materializarlos, porque perdieron el rumbo.

Lo ocurrido ahora constituye una enseñanza. Alcanzaron los acuerdos sin enzarzarse en una lucha tenaz, absurda, con matices personales e insultantes, frente a las autoridades. Fue el imperio de la sinrazón y por momentos de la estupidez.

Todo eso afectó lastimeramente la dignidad y el decoro de los médicos, que parecían reducir su condición profesional, con el agravante de que algunos estamentos de la sociedad los veían con cierto dejo de deshumanización.

Y todo eso resultaba doloroso. Porque se desnaturalizaba el ejercicio razonable del derecho a los reclamos instituidos en la Constitución.

Felicitamos el nuevo temperamento predominante en la dirección de una agrupación profesional y científica como debe ser el CMD, que sin renunciar a su rol crítico frente al Estado, puede defender los derechos de sus miembros y cumplir con las obligaciones morales y laborales en las instituciones donde prestan sus servicios.

Y de alguna manera ser garante de los derechos ciudadanos a una salud segura.

Comparte esta noticia